Una noche sentí el roce tibio de tus manos
como guirnaldas de estrellas sembradas en mis mares,
parecían réplicas de silencio sobre los ojos apagados del tiempo.
Me arranqué el alma...
Velos de agua rodaron por las mejillas deslumbrantes del recuerdo,
mientras gladiolos de lluvia humedecían el viento trenzado en el pico de las aves.
La luz diáfana de los amaneceres surcaron las cenizas humeantes del destino,
y tus ojos encendidos dibujaron pájaros de sol entre la oscuridad del alba y tu tierna mirada.
Mary Bell Diaz Castillo
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de mi Amiga Mary Bell Diaz Castillo....